Cuando entre finales de 1959 e inicios de 1960 se empezaron a vender las primeras viviendas de la Ciudad Satélite, los compradores eran conocedores de la cantidad de servicios que debía acoger el barrio. El proyecto presentado por Construcciones Españolas estaba bien detallado y recogía los servicios que cualquier barrio podía necesitar. Pero lo que es cierto es que la empresa renunció a la construcción de todos los servicios anunciados, amparándose en la necesidad de terminar los bloques proyectados y en los enormes beneficios que generaba.
Varias generaciones de cornellanenses nacieron en el barrio faltados de cualquier tipo de servicio público de calidad, a la vez que con el paso de los años hubo que hacer frente a un problema evidente. Se había realizado una edificación intensiva del territorio y se habían suprimido la mayoría de los espacios destinados a la construcción de equipamientos.
Más allá de los centros privados, el nuevo barrio necesitaba grandes dotaciones escolares para acoger a los niños y niñas que reclamaban su derecho a la escolarización. Se calcula que, en 1968, unos 5400 jóvenes permanecían sin escolarizar.
Ese mismo año se inauguraba el colegio Sant Ildefons, después de innumerables gestiones con el Ministerio de Educación. En septiembre de 1970 entraron en funcionamiento los colegios Mossèn Jacint Verdaguer y Verge de Montserrat y, poco tiempo después, los grupos escolares Roger de Flor y Roger de Llúria, hasta completar la primera red educativa pública de Sant Ildefons. Tiempo después llegaría el primer jardín de infancia, la guardería Lamaro.
Los cuatro grandes centros educativos permitieron la escolarización de unos 1400 alumnos en cada uno de los centros, masificando aulas y aumentando ratios. Por el contrario, los institutos se harían rogar y no sería hasta 1980 que se inauguraba Joan Miró en un edificio temporal, en 1987 el Jacint Verdaguer, en un anexo de la escuela, y en 1995 el Maria Aurèlia Capmany.
Mosaico de fotografías y noticias sobre la construcción de escuelas públicas de Sant Ildefons.
Desde inicios de 1960 habían abierto un gran número de tiendas de comestibles por todas las calles de la Ciudad Satélite, pero se hacía necesaria la presencia de un gran mercado central. La construcción recayó en la empresa Cograsa, a la que el ayuntamiento cedió los derechos de venta de los puestos a cambio de reservarse la propiedad, el control y el mantenimiento.
El nuevo mercado, inaugurado en 1970, ocupó unos 8700 metros cuadrados y disponía, en sus orígenes, de 273 puestos de venta. La elección del emplazamiento no fue casual. Se trataba de un espacio ubicado en el centro del barrio, fácilmente accesible, ubicado en el cruce de las dos arterias principales de la barriada. La plaza ubicada frente a este se convertiría en un punto de encuentro histórico de los vecinos y vecinas.
La construcción de los servicios públicos y de las infraestructuras fue una lucha larga y sostenida en el tiempo. Fueron los mismos ciudadanos, comprometidos y cada vez más arraigados en el barrio y en la ciudad, quienes alzaron la voz. Primero, mediante las Comisiones de Barrios y Fábricas y, a partir de 1974, mediante la Asociación de Vecinos de Sant Ildefons, que encabezó la lucha contra las grandes deficiencias estructurales que se arrastraban; sus reivindicaciones, que eran evidentes dada la situación, generaron un gran consenso entre la ciudadanía. Una urbanización de calles y plazas muy precaria, descampados donde se acumulaban vehículos, un plan de servicios que no se había desplegado y un transporte público que no estaba a la altura de la población de la demarcación.
Mosaico con las imágenes de las luchas reivindicativas llevadas a cabo por la AVV Sant Ildefons
Las personas trabajadoras que se desplazaban a diario a sus puestos de trabajo observaban cómo la movilidad se convertía en un grave problema. Pese a anunciarse desde 1960, no fue hasta 1969 cuando entró en funcionamiento el apeadero de Renfe. Por el contrario, la primera línea de bus urbano, la SU1, se inauguró en 1965 y conectaba Sant Ildefons con el mercado del barrio Centre de Cornellà. En 1971 se logró que la línea BC ltda (más adelante conocida como BI) se prolongara hasta la barriada y, en 1974, entraba en funcionamiento la línea SU4, que conectaba Almeda y el mercado de Sant Ildefons.
Seguro que la inauguración de la parada de metro de Sant Ildefons en 1976 fue la mejor noticia que se podía esperar. Una reivindicación vecinal largamente esperada y reclamada que ponía fin a muchos años de aislamiento y malas comunicaciones.
Mosaico de prensa y fotografías con transporte público en época franquista. Departament de Patrimoni Cultural de l’Ajuntament de Cornellà de Llobregat
A finales de la dictadura franquista, los edificios del barrio habían sido terminados al 100 %, mientras que la dotación de equipamientos permanecía todavía lejos de las necesidades de los vecinos. Los terrenos disponibles para la ubicación de servicios se habían reducido a la mínima expresión, debido a la construcción de los últimos edificios a finales de la década de 1970. Hasta el punto de hipotecar el despliegue de la política de equipamientos durante las décadas posteriores
La determinación de los primeros ayuntamientos democráticos de Cornellà de Llobregat fue fundamental para extender la calidad de vida a todos los espacios públicos de la ciudad. Había que hacer un cambio radical en las políticas urbanísticas municipales, poniendo el espacio público comunitario y los servicios al frente del nuevo proyecto que apenas se iniciaba en 1979.
La intervención integral sobre el conjunto del barrio de Sant Ildefons fue gradual y todavía está presente en la actualidad. Revertir años de abandono y bajas inversiones en infraestructuras y servicios no fue un trabajo fácil de realizar a corto plazo. Sin embargo, el cambio en los signos del tiempo eran evidentes y, en un proceso largo e imparable, se iniciaron los primeros proyectos de dignificación, urbanización y construcción de equipamientos que todo el mundo llevaba décadas esperando.
El espacio público de Sant Ildefons, como el de toda la ciudad, reclamaba ser un espacio de ocio y disfrute, destinado a la convivencia de la ciudadanía. Las calles se urbanizaron de forma progresiva, acondicionando espacios para peatones y pacificando progresivamente el tráfico rodado con la creación de aparcamiento subterráneo para acoger el parque móvil, con la construcción de rampas y de vados que conformaran una ciudad más inclusiva.
Junto con las medidas citadas anteriormente, se completó el plan de equipamientos del barrio de Sant Ildefons, haciendo realidad reivindicaciones de décadas. La construcción del centro cívico, de las guarderías, la transformación de las escuelas en institutos para acoger al alumnado de secundaria, la edificación del centro de atención primaria, los casales de gente mayor, los equipamientos deportivos municipales, la residencia para la gente mayor, la biblioteca y el centro cultural… hasta llegar a nuestros días con nuevos proyectos sobre la mesa de trabajo.
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